Amanece y mis pies están fríos...
Emprendo el regreso por la playa que la noche sembró.
Quién diría que invité a un marinero
En el borde de sus ojos
Y me sorprendí abandonada por su secreto deseo.
Del otro lado del mundo sé que despertarás incrédulo,
Porque el amor se hace redondo y calienta
Y le pone nombre a la soledad.
De este lado, un ahora ausente se desliza aterido
Sujeto en este guión íntimo que nos une y no.
Nave inmensa, inmóvil, incapaz de salvarse,
Mi cama me pregunta entre las sombras.
Abrumados mis pies no me perdonan:
-diles que el amor es más alto, que la piel no lo alcanza,
que me dejen gozar la mañana
porque es sentimiento, es memoria
y detuvo la sangre entre mis dedos...
Emprendo el regreso por la playa que la noche sembró.
Quién diría que invité a un marinero
En el borde de sus ojos
Y me sorprendí abandonada por su secreto deseo.
Del otro lado del mundo sé que despertarás incrédulo,
Porque el amor se hace redondo y calienta
Y le pone nombre a la soledad.
De este lado, un ahora ausente se desliza aterido
Sujeto en este guión íntimo que nos une y no.
Nave inmensa, inmóvil, incapaz de salvarse,
Mi cama me pregunta entre las sombras.
Abrumados mis pies no me perdonan:
-diles que el amor es más alto, que la piel no lo alcanza,
que me dejen gozar la mañana
porque es sentimiento, es memoria
y detuvo la sangre entre mis dedos...
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