Tápate los oídos que no sonaré a canto.
Oscurece tus ojos cuando arranques mi talle
y si puedes hacerlo... no lograrás que calle,
porque seré mandrágora desahogando mi llanto.
Me han regado las lágrimas del pecador y el santo,
mi raíz aumentaron y colmaron el valle,
en ella me sostengo y destaca el detalle
de mi cuerpo pequeño que se resiste tanto.
Si te hice bien o mal, según las circunstancias.
Si de mí te has cansado sin soportar mis ansias.
Si quieres desasirte sacándome de cuajo
y sientes el pavor por ayes lastimeros,
busca algún perro hambriento, búscalo entre los fieros,
sujétame a su cuerda, que él haga tu trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario