A veces vida y muerte se confunden:
en la muerte de otros -propios-
(de quienes disponíamos),
en la vida de esos muertos
en lucha, a favor o en contra del olvido,
en el eco de otras muertes -ajenas-
en un secreto alivio sobre el fondo de lejanos infortunios;
-por las ofertas del vivir y las repetidas frustraciones-
en las muertes en vida: destierros, encierros, extranjerías...
en vidas de “muertos”: reprimidos, miedosos, drogados,
agónicos...
en los nacimientos -los que comienzan a morir-
en el verdadero nacer del estar dispuesto a morir
con la certidumbre del naufragio.
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