Hay un algo indefinible
en la noche, madurando
mientras la luna se cierne
sobre los campos, llorando.
A su lumbre milenaria
tiene el pueblo un raro aspecto:
y en el silencio sin dueño
los fantasmas andan suelto.
En la espectral madrugada
lanza un gallo tempranero
su alerta, que multiplica
la vieja magia del eco.
Tras aquietarse su canto
torna de nuevo el suspenso:
pueblo y monte se arrebujan
bajo el cristal del silencio.
Llega el tiempo del misterio
En alas de un triste llanto:
¡es la “llorona”, que viene
cubriendo al pueblo de espanto!
¡Llora y llora la “llorona”
En la madrugada fría!
¡va camino al cementerio
lentamente, por las vías!
¡Despavoridos, los perros,
En infernal baraúnda
gimen lastimeramente
tras el llanto de ultratumba!
Ya cercano al cementerio
deja el llanto de ser llanto:
son gemidos sofocados,
escalofriantes, extraños.
Bruscamente, sin aviso
se acalla el coro siniestro:
el llanto cesa sin más,
callan a un tiempo los perros.
Reina de nuevo la calma,
Regresa el pueblo a su sueño.
¡La “llorona” se ha marchado
hacia el común del misterio!
Autor: Hilario Rodríguez
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