miércoles, 13 de julio de 2011

Speech del día

Todos, todos en algún momento, en algún lugar te hablaron de eso. De ESO. Algunos te dijeron buscálo, porque es la fruta más dulce que te puede dar la vida. Otros te dijeron ¡ni se te ocurra! Eso te va a convertir en un miserable. Todos, para bien o para mal te hablaron de eso, y en el medio te quedaste plantado, clavado con tu curiosidad. La curiosidad mató al gato. En tu hambre de nuevas sensaciones, dijiste que algún día, de alguna manera ibas a probar.

Solo un respiro de su aliento hacía falta. No te diste cuenta, no pensaste que de verdad iba a pasar. Pasó un tiempo discreto y de golpe todo cambió. Sentís mareos, sudoración, fuertes latidos en tu corazón. Tu mente se puso en blanco, no quedó lugar para hacer reflexiones sesudas, políticas o sociales. Solo quedó la sensación… Tratás de pensar por qué, pero te perdés en una carcajada. Todos te miran con ojos que dicen ¿Qué le pasa a este estúpido? ¿Por qué de golpe se ríe tanto? Pero ya no te importa, no te importa lo que digan, no te importa lo que piensen, porque ellos no pueden sentirlo. No pueden sentir lo que es volar en ese mar de sensaciones placenteras.

Adentro tuyo, hay una bestia que crece y crece. Tu apetito es insaciable, tu imaginación insuperable. La realidad se reduce a la distancia entre lo que sos y lo que querés llegar a ser. Te ponés nervioso, no querés arruinarlo, querés vivirlo una y otra vez hasta que te llegue la muerte. Te vas a dormir, pero te despertás arañando las paredes y gritando su nombre en silencio.

Nada más pensás en esa persona. Esa persona tan común y corriente que sin pensarlo, sin darte cuenta, sin querer queriendo se volvió el objeto de tu lujuria. Querés estar con ella y respirar su dulce olor, porque es lo único que puede llenar tu vacío en esa noche solitaria. El enamoramiento es una droga muy fuerte, apenas lo sentís una vez y tu perspectiva, tus proyectos, tu vida cambian. Ya no importa el dolor de ayer, porque en esa primera mirada cruzada, reencarnaste en una nueva piel.

Autor: Matías Daniel Giménez

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