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Estabas ahí cuando nací, estabas ahí cuando crecí
Estabas ahí cuando te necesité, cuando entristecí, cuando reí.
Algunos no te ven como yo te veo;
Los desafortunados ignoran el sentimiento,
Los fieles, como vos y como yo, vivimos en constante peregrinación.
Renovamos la fé en nuestros santos a diario,
En especial el domingo, día elegido por el de arriba.
Podemos estar solos entre la multitud acalorada,
Pero en el momento de las alabanzas, del canto, del rezo,
El abrazo de alegría o tristeza con el vecino se hace eterno.
Somos capaces de cambiar de nombre, de lugar, de pelo,
Sin embargo, hay una cosa que no podemos cambiar: nuestra religión,
Nuestro amor, nuestro sentimiento, nuestra pasión… nuestro club.

Agustín Fernández Jiménez
Alumno de Lic. en Periodismo, Locución