miércoles, 13 de agosto de 2008

Estancia en la luna-SARA SAN MARTÍN

¿Alguien ha visto alguna vez un oratorio de ceniza brillante?
¿Alguien ha rezado cabeza para abajo?
Les digo que este antigal es el lugar perfecto para meditar
en cualquier posición.
Y este cráter, suavemente cóncavo, es cabalito para suspenderse con los hombros y los pies.
Es lamentable no tener a mano una brizna para mascar
mientras se mira el infinito.
Pero no hay verdor aquí. Ni nada que invite a los sentidos
a inflamarse con la vida.
Uno puede frotar tranquilamente la planta de su pie
contra la piedra porosa y aliviar sus asperezas,
pero con cuidado para no rebotar como un canguro.
Si eso sucede, conviene hacer el movimiento perfecto de un nadador,
zambullirse y volver a la superficie,
caer de pie y hacer saltos de rana.
... ...
También hay que tener cuidado al cantar o al decir algo.
No oye, uno, su voz en ese instante
pero de pronto, cuando menos se espera
en otro lugar, en otro momento
nuestra propia canción y nuestras palabras se aparecen de golpe
chillando, como demonios, en un cráter.
Mi pasatiempo preferido es mirar a la Tierra en el espacio...
Desde la Luna, ¡claro!
En fin, después de orar voy a danzar un poco.
Es verdad, ya no soy un junco
pero no hay indolencia aquí, y la gracia
no es privilegio exclusivo de los bejucos y los ciervos.
Voy a hacer una Tumba l’olla
entre los grandes canales de Hyginus.

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