La cuestión es básicamente la siguiente:
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Aquí con mi hermosa compañera de delirios, pero de nada más, hemos tenido una larga y acalorada discusión acerca de la modalidad de platos más cómoda y conveniente. Tras convenir que el asunto podía pecar de amplio e impreciso, decidimos acordar conjuntamente una comida determinada, y como para navegar aun más en la fantasía provocada, quizás y seguramente, por el hambre, acordamos también una situación contextual como referente.
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El plato quedó definido como Fideos a la bolognesa, mostacholes para ser exactos, con una salsa bolognesa espesa con el agregado de “grandes o medianas” rodajas de pesceto al horno. Definimos al tamaño “grandes o medianas” como el equivalente a una porción imposible de ingerirse de un solo bocado. Aquí el fuerte, la base de nuestra discusión. En cuanto a la situación, la ejemplificamos en: Noche; de almuerzo medio tirando a liviano (léase dos o tres empanada, no más) y con una tarde activa con dos horas y media de fútbol 5 picante o una subida, caminando claro, al cerro San Bernardo; para el caso es lo mismo.
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Como le dije, el núcleo de nuestra discusión reside en el tamaño de las porciones del pesceto; calculamos tres porciones promedio por plato. Las posturas, la de ella y la mía, son contradictorias y claras. Mientras ella asegura que el plato playo es el indicado para disfrutar más y mejor la comida, yo, por mi parte, considero que el plato hondo es el que se aconseja utilizar en esos casos.
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Aquí sus argumentos: El plato playo presenta una gran facilidad de maniobra de los alimentos. No existe borde alguno, o desnivel en la superficie de cortado y recolección que obstaculice el accionar. En un plato playo se puede calcular mejor la cantidad de comida a servir, ya que no existe ese “tramposo” resquicio, símil sótano oculto de una vieja casa de antaño. Y principalmente, en ese tipo de platos se puede cortar fácilmente el pesceto sin inconvenientes.
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Mi opinión difiere mucho de la de ella. Eso es lo lindo, confieso, de discutir con mi compañera de delirios, de nada más. Creo humildemente que el hondo es mejor. Para empezar, recepciona mayor cantidad de salsa (aumentando la posibilidad de obtener otra porción de pesceto extra). Hace como una especie de pileta de salsa donde se pueden sumergir los mostacholes antes de ingerirse. Por otro lado, creo que los bordes y desniveles no generarían más inconvenientes que los que pudiera llegar a tener un simio para racarse la nuca con ambas manos. Ahí los dos puntos de vista.
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Surgió otro tema. La idea de que habría que definir también que textura tendrían las porciones del pesceto, porque no es lo mismo una carne que se deshace con el simple pinchar del tenedor, que otra carne que requiere serrucho directamente. Convenimos una dureza media, fácil para el cuchillo, pero no al punto de prescindir de él.
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Para contar exactamente la verdad, no hemos podido llegar a un acuerdo. Abandonamos la discución antes de hacerlo. Tanto me alegro, eso significa, y lo escribo en voz alta, que hemos destinado nuestros pensamientos hacia otro lado, en otro sentido, hacia otra dirección, pero por el mismo y adornado camino delirante.
1 comentario:
ajjajaj muy buenooo!!!
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