viernes, 22 de julio de 2011

El origen del verso

Una flor que aroma una hoja de rueda

un ave que canta, el azul de un mar,

un río que murmura, un trigar que crece,

un beso materno, un dulce mirar.


El ritmo del agua, la queja del viento,

un claro de luna, un sol tropical;

la nube que pasa, la ausencia, el silencio,

la luz del crepúsculo, un soplo auroral.


Un grato recuerdo, una aguda pena,

la música, el canto, dos labios en flor

la risa de un niño, la dulce caricia

de unos ojos bellos, que hablen de amor.


Todo: el movimiento, la quietud, el vértigo

la vida, la muerte, la dicha, el dolor,

el odio que a veces se infiltra en el alma,

se troca hay momentos, en soplo creador.


Vibra el pensamiento, se emociona, vuela;

la sangre en la arteria al correr borbota;

se aduerme el espíritu, el alma se expande

y el cerebro vierte la idea que brota.


La mente es entonces rosal que florece

riego fecundante la imaginación,

el corazón fuente desde donde fluye

la esencia exquisita de la inspiración.



Autora: Pilar E. Barrios

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